La autogestión nos abre caminos. Ahora la Escuelita Descolonial conforma el Grupo de Trabajo Atelopus de Venezuela, coordinado por Francisco Nava y José Luis Omaña. Esta alianza nos permite seguir produciendo pedagogías políticas de base, como las que se resumen en el audiovisual: “Tras las huellas del sapito amarillo de La Carbonera”.
Si para nosotros el Atelopus Carbonerensis es un bioindicador biopolítico de los territorios y sus gentes, el audiovisual (como recurso) es una herramienta de vinculación, encuentro, enlace y estudio con los pueblos y sus realidades concretas.
Nuestra metodología es simple: invitamos a investigar sobre el sapito arlequín en la memoria del pueblo y en los espacios donde se encontraba. Las y los estudiantes determinan dónde y con quiénes investigar. Identifican a las y los guardianes de la memoria del pueblo, hombres y mujeres que nos reciben en sus casas y en sus lugares de trabajo. Juntes, diseñamos algunas preguntas, compartimos algunas técnicas para el uso de la cámara y el registro de audios, y nos vamos al encuentro con la gente y sus recuerdos.
Esto permite a las y los estudiantes repasar sus territorios y, en muchos casos, caminarlos por primera vez. También permite reafirmar la presencia de las y los maestros pueblo, y su importancia para la comunidad. La escuela se expande así a todo el territorio, convertido en el espacio y el tiempo para pensar su historia reciente, así como el contexto mundial en que esa historia deviene.
La desaparición del sapito amarillo, su ausencia, abre las puertas a la investigación comunitaria. Activa la memoria de la gente a través de la indagación de las y los estudiantes. La activación nos lleva hasta las causas de la desaparición del sapito: las transformaciones recientes en el territorio debido al cambio abrupto del uso de la tierra, especialmente por la llegada del desarrollo y las políticas de la dependencia. Así supimos que, en menos de un siglo, La Carbonera pasó de ser una tierra con soberanía alimentaria a depender de los agroquímicos para el monocultivo y la ganadería de altura. Lo cual implicó también un cambio en las relaciones humanas.
Todo esto lo presenciaron y lo propiciaron las y los estudiantes mientras hacíamos el documental. El pueblo y el territorio fueron sus libros de historia, de economía y ecología política, de biología y cine. Pero, sobre todo, fueron sus libros para aprender la solidaridad y la esperanza.
Contacto
Nuestro objetivo es estimular y potenciar, desde el diálogo y la colaboración, las nuevas subjetividades descoloniales del poder popular comunitario venezolano. Apoyamos la construcción de escuelas como ejes de la recuperación de tierras y territorios comunales, que intentan trascender el latifundio, la colonialidad y el patriarcado.
lunes, 25 de enero de 2021
Un audiovisual con y para La Carbonera
domingo, 10 de enero de 2021
Tras las huellas del sapito amarillo de La Carbonera
El sapito amarillo, desaparecido desde 1995, se mantiene vivo en la memoria del pueblo. La película permitirá vincular a les estudiantes con el recuerdo del sapito, resguardado por las y los mayores de la comunidad. También permitirá introducirlos a la reflexión política y económica sobre la desaparición del sapito, tanto desde la perspectiva del campo de la ciencia como de la propia comunidad. Ambas perspectivas en un diálogo cara a cara.
Durante el encuentro, Francisco Nava nos introdujo al mundo de las "ranas arlequín", subrayando el caso del sapito amarillo. Compartió algunas hipótesis sobre su plausible extinción; el cambio del uso de la tierra, el cambio climático y la aparición de “enfermedades emergentes”.
Posteriormente hicimos un breve ejercicio de activación de la memoria popular, en que las y los estudiantes identificaron a las personas de la comunidad que quizás guardan el recuerdo del sapito.
La actividad culminó con un taller de iniciación al lenguaje y la producción audiovisual, siguiendo la tradición nuestramericana de hacer “cine” junto al pueblo, que, como nos enseñó el Grupo Ukumau y Glouber Rocha (entre tantes otres), puede ser una poderosa herramienta de investigación-acción-participación y educación popular.
15 jóvenes y una misma búsqueda autobiográfica y ecologista
Cuando por fin les invitamos a comenzar la investigación para hacer la película, hubo un silencio de 10 minutos. Francisco y yo, instintivamente, nos quedamos también en silencio. Al fin se alzó una voz: “ella quiere, profesor”, dijo una niña riendo y dando un pequeño empujón a su compañera de al lado. Poco a poco se fueron sumando voluntades. Al final, fueron más de quince las y los estudiantes animados.
Después de almorzar nos dividimos en dos grupos para comenzar a hacer las entrevistas. Con las cámaras de los teléfonos de las y los estudiantes (que generalmente usan para reproducir el código fármaco-pornográfico) visitamos al señor Julio, al señor Rubén y a la señora Mayi: "¿Usted recuerda el sapito amarillo de La Carbonera? Estamos haciendo un audiovisual sobre ese sapito, ¿usted sabe por qué desapareció?", eran las primeras preguntas.
La conversa hacía emerger temas sensibles como el cambio de relación con la tierra, el paso reciente de una comunidad conuquera a una sociedad determinada por el agronegocio, el uso de pesticidas, el cambio de patrones de consumo y el asfaltado de la carretera.
Al día siguiente nos volvimos a encontrar para continuar las entrevistas. De La Cuchilla a Miraflores visitamos al señor Germán, ganadero, y a Homero, viejo conuquero y pintor. Después, bajo la guía de las propias estudiantes, llegamos hasta El Suárez preguntando y hablando con la gente.
En cada casa y en cada camino, los y las estudiantes se iban apropiando de la investigación, perfeccionaban sus preguntas, buscaban respuestas más profundas o complejas, a la vez que se ejercitaban en el arte del registro audiovisual. Cada cierto tiempo parábamos para ver y evaluar lo que habíamos hecho, e intercambiábamos impresiones e ideas sobre cómo continuar.
Al finalizar la jornada, entre las nubes de una tarde decembrina a los pies del páramo El Tambor, nos comprometimos a reencontrarnos en enero. Entonces revisaremos el material, lo corregiremos y lo editaremos colectivamente.
Cada vez estamos más cerca del sapito amarillo de La Carbonera, o al menos más cerca de su recuerdo.
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