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Universidad Nacional Experimental de las Artes
Venezuela


Nuestro objetivo es estimular y potenciar, desde el diálogo y la colaboración, las nuevas subjetividades descoloniales del poder popular comunitario venezolano. Apoyamos la construcción de escuelas como ejes de la recuperación de tierras y territorios comunales, que intentan trascender el latifundio, la colonialidad y el patriarcado.

lunes, 10 de febrero de 2020

Con Simón Rodríguez en Calderas-Barinas: la "Fiesta del fin del mundo"

En Calderas de Barinas estuvimos Augusto García, Simón Sandrea (esudiantes de Unearte-Mérida) y yo entre los días 14 y 21 de noviembre de 2019. Fuimos recibidos en la Casa Museo Emilia Cibrian, que con tanto amor llevan Teresa y Alexis Liendo. Allí hicimos trabajo voluntario durante una semana. Con el apoyo de Teresa pusimos a la orden de las escuelas caldereñas el proyecto de la Escuelita Descolonial. En los días siguientes realizamos dos actividades en tres espacios: las UEB Orlando Araujo y Hugo Chávez, y la ponencia central del congreso pedagógico circuital. En estos espacios hicimos conversatorios sobre Simón Rodríguez (como el de Monte Carmelo) y el juego descolonial: "La fiesta del fin del mundo", diseñado por Simón y Augusto, que utiliza herramientas de las “artes escénicas”, ejercicios del payaso y ejercicios musicales.

En el juego se planteó a las niñas y niños la hipotética situación de que todas las máquinas del mundo se habían dañado. Preguntamos cuáles serían las consecuencias de semejante coyuntura. Lxs niñxs dijeron respuestas muy concretas y específicas, como: “sin máquinas no habría agua por tuberías ni electricidad, por ende, no habría carros, electrodomésticos, internet y un gran etc". Luego planteamos una segunda pregunta: ¿qué haríamos en esa situación? La solución de lxs niñxs fue que las personas regresaran al campo a sembrar sus propios alimentos, y que se pudieran ubicar en casas cerca de sus cultivos, en una justa distribución de roles y trabajos estrictamente necesarios para reproducir la vida.

Luego, invitamos a lxs niñxs a construir una nueva sociedad después del fin de las máquinas, utilizando elementos como piedras, hojas, palitos, etc. Solo establecimos dos criterios: el primero era que no se podía dañar ningún huerto o vivero, manualidad u objeto de la institución, y el segundo que evitáramos arrancar hojas o ramas de los árboles. Lxs chicxs se dividieron en dos grupos de 20 niñxs aproximadamente. Un grupo se encargó de la construcción de pequeños modelos de casas con ramas y hojas secas. El otro grupo jugó a hacer cultivos con hojas y flores caídas. Cuando terminaron las construcciones, hicimos un compartir entre ambos grupos, y lxs niñxs comenzaron a exponer cómo habían hecho cada cosa. 

Fue entonces cuando Augusto y su payaso se autoproclamaron “reyes” de las casas y los konukos, alegando que los payasos eran quienes habían dado las “órdenes” de construirlos, y que por eso las tierras, sus frutos y los materiales le pertenecían. Esto provocó una revolución en lxs niñxs, que expulsaron al payaso de su espacio de juego (aunque después le permitieron la entrada, una vez que ellos tomaron el poder del juego). 

Terminamos en una asamblea de niñas y niños donde nos cuestionamos lo sucedido. Cada frase reflexiva fue llevada a canción. Lxs niñxs concluyeron con ideas como: “los dueños de la tierra son quienes la trabajan”, “no es posible trabajar la tierra uno solo, por tanto, todos los que trabajan la tierra son dueños de sus frutos, es decir, el que no trabaja no come”.


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