Contacto

joseomanag@gmail.com
Whatsapp y teléfono 0058 0414 2431278
Universidad Nacional Experimental de las Artes
Venezuela


Nuestro objetivo es estimular y potenciar, desde el diálogo y la colaboración, las nuevas subjetividades descoloniales del poder popular comunitario venezolano. Apoyamos la construcción de escuelas como ejes de la recuperación de tierras y territorios comunales, que intentan trascender el latifundio, la colonialidad y el patriarcado.

miércoles, 28 de octubre de 2020

Economía comunitaria de la complementariedad para hacer un posgrado

 

A Calderas llegué directo en una cola desde La Mucuy (Mérida). Dos días antes, la profe Leticia me encontró lugar en un carro guiado por Buda. Estudiantes de la escuela budista de Mérida se juntaron para practicar la compasión y el amor universal con un compañero de fe y conmigo. De Tabay a Altamira de Cáceres viajamos felices hablando de la felicidad. Hicimos parada en la laguna de Mucubají y en un balneario encantado del río Santo Domingo.

En Calderas me recibieron Sueño Azul Conuco Escuela y José Gregorio Briceño (Chegoyo). Durante dos meses me ofrecieron hospedaje cálido y militante. El Conuco Escuela nos brindó sus cambures y su guaje amarillo, sus chireres y tomates, su experiencia del cuidado del bosque y su visión de los tucanes y del gallito de la roca. También nos abrió las puertas a las infancias de la comunidad, a sus dibujos y sus aviones de papel, a sus baños de quebrada y a sus voces cantoras.

 


Almuerzos campesinos y cambures maduros no faltaron en nuestros encuentros de construcción del posgrado caldereño. Bien fuera en casa de Chegoyo o en la Casa Museo Comunitario Emilia Cibrian de la familia Liendo Suárez, o en casa Dafne Guadrón y Ernesto Terán, siempre aparecían el quinchoncho y la caraota negra, el chocheco y la lechuga.

También estaban las nueces asadas con arepa de maíz y cambur verde, el bledo y la lechuguina, la chicha y los germinados, la miel de panela y la guayaba negra, la batata roja y un pollo ya grandecito que un día compusimos. Todo esto proveniente de la reciprocidad y la complementariedad de un territorio, y de nuestra comunidad de aprendizaje en construcción. Sólo el pueblo salva al pueblo.

¿Cuándo en la vida un programa de estudios de cuarto nivel se instala en un pueblo como Calderas, sin siquiera contar con recurso para los pasajes de sus facilitadores? Sencillito: cuando un pueblo como Calderas lo hace posible, lo cual ha ocurrido mil veces en la historia ocultada de la educación en Nuestramérica. Pero también cuando una universidad como Unearte lo facilita, por su visión descolonial de la burocracia escolar.

Pienso, desde la acción, que con nosotres el apagón pedagógico global no la tiene fácil. Somos ágiles encontrándole grietas al sistema, incluyendo a su "plandemia", como la llama Rafael Bautista. Para nosotres, la virtualidad seguirá siendo instrumental, apenas una herramienta entre miles. Nunca un fin en sí misma.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario