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Universidad Nacional Experimental de las Artes
Venezuela


Nuestro objetivo es estimular y potenciar, desde el diálogo y la colaboración, las nuevas subjetividades descoloniales del poder popular comunitario venezolano. Apoyamos la construcción de escuelas como ejes de la recuperación de tierras y territorios comunales, que intentan trascender el latifundio, la colonialidad y el patriarcado.

miércoles, 28 de octubre de 2020

Economía comunitaria de la complementariedad para hacer un posgrado

 

A Calderas llegué directo en una cola desde La Mucuy (Mérida). Dos días antes, la profe Leticia me encontró lugar en un carro guiado por Buda. Estudiantes de la escuela budista de Mérida se juntaron para practicar la compasión y el amor universal con un compañero de fe y conmigo. De Tabay a Altamira de Cáceres viajamos felices hablando de la felicidad. Hicimos parada en la laguna de Mucubají y en un balneario encantado del río Santo Domingo.

En Calderas me recibieron Sueño Azul Conuco Escuela y José Gregorio Briceño (Chegoyo). Durante dos meses me ofrecieron hospedaje cálido y militante. El Conuco Escuela nos brindó sus cambures y su guaje amarillo, sus chireres y tomates, su experiencia del cuidado del bosque y su visión de los tucanes y del gallito de la roca. También nos abrió las puertas a las infancias de la comunidad, a sus dibujos y sus aviones de papel, a sus baños de quebrada y a sus voces cantoras.

 


Almuerzos campesinos y cambures maduros no faltaron en nuestros encuentros de construcción del posgrado caldereño. Bien fuera en casa de Chegoyo o en la Casa Museo Comunitario Emilia Cibrian de la familia Liendo Suárez, o en casa Dafne Guadrón y Ernesto Terán, siempre aparecían el quinchoncho y la caraota negra, el chocheco y la lechuga.

También estaban las nueces asadas con arepa de maíz y cambur verde, el bledo y la lechuguina, la chicha y los germinados, la miel de panela y la guayaba negra, la batata roja y un pollo ya grandecito que un día compusimos. Todo esto proveniente de la reciprocidad y la complementariedad de un territorio, y de nuestra comunidad de aprendizaje en construcción. Sólo el pueblo salva al pueblo.

¿Cuándo en la vida un programa de estudios de cuarto nivel se instala en un pueblo como Calderas, sin siquiera contar con recurso para los pasajes de sus facilitadores? Sencillito: cuando un pueblo como Calderas lo hace posible, lo cual ha ocurrido mil veces en la historia ocultada de la educación en Nuestramérica. Pero también cuando una universidad como Unearte lo facilita, por su visión descolonial de la burocracia escolar.

Pienso, desde la acción, que con nosotres el apagón pedagógico global no la tiene fácil. Somos ágiles encontrándole grietas al sistema, incluyendo a su "plandemia", como la llama Rafael Bautista. Para nosotres, la virtualidad seguirá siendo instrumental, apenas una herramienta entre miles. Nunca un fin en sí misma.

martes, 20 de octubre de 2020

Posgrado caldereño en plena "plandemia"

Los procesos devienen. En plena "plandemia" la comunidad de aprendizaje del PNFA en Artes y Culturas del Sur de Calderas --en el piedemonte barinés-- sigue su curso. En vivo y a distancia, con las correspondientes medidas de seguridad frente al Covid 19, la comunidad de aprendizaje avanza en sus alianzas y en sus estudios.

El convite, el trueke, la mano e vuelta y la cayapa para trabajar las huertas, hacer fogones, levantar una casa, fortalecer la infraestructura de un conuco-escuela, se mezclan con el estudio de la filosofía de la liberación de Enrique Dussel, del buen vivir aymara y quichua en la voz de Fernando Huanacuni Mamani, del feminismo comunitario en la voz Lorena Cabnal, de la epistemología del Sur de Boa Santos, de la "colonialidad" tematizada por Aníbal Quijano, de la necesidad de una espiritualidad de la que habla Rafael Bautista.


Pero lo primero fue hacer juntera, cuerpo, currículo y pedagogía. La comunidad comenzó construyendo su objetivo común: concretar experiencias que fortalezcan los bienes comunes caldereños, las memorias, el cuidado de las semillas y de las tierras, las aguas y los territorios, las viviendas y los caminos, las posibilidades de autosanación, las identidades históricas de las mujeres, las dignidades de la maternidad y de las infancias.



En torno a ese objetivo común se desarrollan los proyectos: la Casa Museo Vivo y Comunitario de Teresa Suárez y su familia; el Conuco-Escuela de Sueño Azul y José Gregorio Briceño (Chegoyo) --con sus pedagogías para las reinserciones a la ruralidad--; la comprensión de las otras historias (las invisibilizadas) de la feminidad en Calderas de Zorelimar Berríos; las experiencias de la salud popular en el quehacer diario de las personas, de Nerio Lugo; la maternidad como experiencia que restituye los vínculos perdidos entre el ser humano y el cosmos de Dafne Gualdrón, la comprensión de las infancias como guías para armonizar las alteraciones de la salud de las y los adultos de Ernesto Terán; la concreción de zonas de máxima seguridad para el resguardo de la vida, partiendo de abundante alimento y abundante agua, de Lindolfo Castro, el sentido profundo de la gastrología popular, de Eduardo Godoy, y la bio-construcción de una casa-semillera y laboratorio inorgánico de Zully Montilla.

Esto está ocurriendo hoy en Calderas. Y es apenas un comienzo. Nos esperan dos años de escolaridad para concretar lo proyectado y profundizar en nuestras transformaciones, personales y colectivas.