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Universidad Nacional Experimental de las Artes
Venezuela


Nuestro objetivo es estimular y potenciar, desde el diálogo y la colaboración, las nuevas subjetividades descoloniales del poder popular comunitario venezolano. Apoyamos la construcción de escuelas como ejes de la recuperación de tierras y territorios comunales, que intentan trascender el latifundio, la colonialidad y el patriarcado.

viernes, 15 de mayo de 2020

El sapito de la resistencia




Franciasco Nava, trabajador del IVIC-Mérida, es un biólogo extraño. Ha logrado trascender el fetichismo de la especie que estudia, propio de las Facultades de Biología de nuestras universidades dependientes. Dice que el sapito rayado de la cordillera de la costa (Atelopus cruciger) [1] es un bioindicador de las relaciones de producción y reproducción de la vida de los pueblos. Su tesis es que el sapito sobrevive en Cuyagua, Cata y Chuao (del Estado Aragua de Venezuela) gracias a las estrategias de cuidado y protección de las tierras, las aguas y la biodiversidad de estas comunidades: gracias a la persistencia de una economía conuquera y una ecología corresponsable. En el resto de la cordillera de la costa venezolana el sapito no ha corrido con la misma suerte. A filo de su extinción, sólo sobrevive en los nombrados pueblos del Estado Aragua.

Con Francisco estuvimos en Cuyagua entre los días 8 y 12 de marzo de 2020. Nos acompañó José Luis Davila, audiovisualista y profesor de la Unearte-Mérida. Con ellos hicimos un breve e incipiente trabajo de educación popular para una ecología del oprimido en la Unidad Educativa Nacional Cuyagua y en la Unidad Educativa Estatal Concentrada Cuyagua. A la par, realizamos un primer encuentro de solidaridad con las acciones de resguardo y protección popular de las y los cooperativistas de la Hacienda de Cacao.

Las premisas de nuestro trabajo fueron: 1) promover la revisión de contenidos para la soberanía del “territorio cuerpo y el territorio tierra”[2], a través del re-conocimiento popular de Atelopus cruciger como bioindicador sociocultural, y 2) hacer un aporte a las estrategias de autorrepresentación simbólica de las y los estudiantes de las unidades educativas, con un enfoque de resguardo de la biodiversidad.

Como metodología de abordaje y vinculación propusimos a las maestras que las y los estudiantes produjeran un pequeño audiovisual con el título: “El sapito de la resistencia”. El audiovisual sería planificado, grabado y editado por los propios estudiantes. Para ello contamos con el apoyo de las maestras, directivas, obreras y trabajadoras administrativas de las escuelas, así como con el apoyo de trabajadoras y trabajadores de INPARQUES. También contamos con el hecho de que el Gobierno Bolivariano, a través de la Zona Educativa del Estado Aragua, recientemente dotó de “tablas Canaima” a TODAS Y TODOS los estudiantes de básica y media general de Cuyagua.

Nuestro trabajo comenzó con una exposición pedagógica sobre la sobreviviencia de Atelopus cruciger, que hicimos en forma de dramatización. Francisco, José Luis, el guarparques Contreras, la Guardaparques María Zapata y yo representamos una escena clásica de despojo comunitario y exterminio ecológico a manos de los agentes más poderosos de la modernidad. Un gringo le paga a un citadino para que convenza a un local de establecer en Cuyagua un megaproyecto hotelero. El local, que se niega a venderse y a vender a su pueblo, es amenazado de muerte por el citadino. Luego, en un sueño, a ambos se les aparece el sapito (representado por Francisco) que explica su suerte: les cuenta cómo es y cómo y dónde vive, y que ha desaparecido de toda la cordillera de la costa salvo en Cuyagua, Cata y Chuao gracias a las costumbres de las y los pobladores, amantes de la naturaleza y la libertad. Al despertar del sueño, el sapito y el local se alían contra el gringo. Ambos terminan trabajando el conuco juntos y diciendo a viva voz: “nuestras costumbres y nuestra naturaleza valen más que tus simples dólares”.

 

A continuación facilitamos la realización de un mapeo colectivo para la identificación espacial de algunos elementos y sujetos de riesgo y protección de Atelopus cruciger, incluyendo a “guardianes de la memoria” y de las costumbres cuidadoras del sapito y del pueblo. Esto nos permitió sentar las bases para un plan de trabajo con miras al rodaje del audiovisual. Al día siguiente, los elementos del mapeo se transformaron en preguntas generadoras, los guardianes de la memoria se convirtieron en entrevistados, y las y los estudiantes en entrevistadores. Así contamos con todos los elementos para una “autoetnografía popular” con enfoque de “ecología del oprimido”. Cámara en mano, y con voluntad de investigación, acción y participación, las y los estudiantes se abocaron a su labor etnográfica.

La actividad, que duró tres días y contó con la participación de más de 60 estudiantes y cinco maestras, culminó en un breve ejercicio de edición participativa y de familiarización con las lógicas y los softwares de edición audiovisual. De ello devino la necesidad de hacer algunas tomas faltantes y de realizar una animación del sapito para la tapa del audiovisual. Para esto último, implementamos un pequeño taller de animación stopmotion de tres horas de duración.

En la noche del tercer día, en la pared de la iglesia del pueblo y a “sala llena”, estrenamos la película “El sapito de la resistencia”.

A todas luces, y como nos dijo Francisco de regreso a Mérida, Atelopus cruciger es un bio-indicador de los poderes creadores del pueblo, y de su insistencia histórica en la liberación de sus tierras y territorios. “Y la escuela” —dije yo en tono rodrigueano— “es la barricada más poderosa y vulnerable de esa insistencia”.



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[1] El mismo del billete de cinco bolívares.
[2] Al decir de las feministas populares de Guatemala, en las palabras de Lorena Cabnal